miércoles, 28 de noviembre de 2007

Karel van der Veer

Toda resistencia al orden contemporáneo involucra una tacita cooperación con la prolongación de esta época. La oposición opera como órgano de mesura, de postergación del fenómeno inexorable al que se dirige el hombre del siglo XXI.Modificar significativamente la faz del orden actual es simplemente imposible.El mundo del pintor alemán del siglo XVIII contaba con fronteras culturales relativamente acordes a las dimensiones culturales del mismo. El vencimiento de este tiempo esta firmado en sus pilares, las fuerzas contrarias al su libre desarrollo moderan el apresuramiento a ese desenlace. (…) La cultura no solo absorbe (como sugiere la ideología contemporánea) sino que también precisa necesariamente expandirse de manera que su extensión suprima aquellas que de alguna manera oponen su cosmogonía. Como verán estamos sumidos en la cultura mas férrea de todas, esta que viene abriéndose camino desde hace siglos ingiriendo cuanto en su camino aparezca pues es su característica central la inabarcabilidad, la magna obesidad que impide al hombre tener percepción clara de su diámetro (…) La función del arte en la contemporaneidad equivale al efecto conversor del arte egipcio, cristiano o persa, es decir: hacer egipcios, europeos o persas. El arte contemporáneo produce dos tipos de hombres convenientes a su motor: el hombre flexible, cuya elasticidad es útil en tanto que promueve la ingestión de formas inorgánicas. El segundo hombre es producto de la dócil marginación que le es sugerida siendo excluido culturalmente del paratexto. Las audaces legitimaciones del sinsentido no llegan a sus manos, se adjudica entonces a si mismo la inoperancia ante la obra retirándose humildemente del circuito. Esta mansedumbre ante lo esotérico constituye el segundo elemento clave del combustible de este tiempo. (…) El mundo se ha hecho demasiado grande para el individuo, la disonancia natural entre individuo y especie es hoy un sonido insignificante, el barullo de la especie enmudece e incomunica las insolentes resonancias de este. (…)

Extractos de: El arte sordo
Karel van der VeerNace en Eindhoven en 1946 y a los 15 años se traslada con su madre a Bruselas donde se inicia en el oficio del grabado en la academia de artes graficas de esta ciudad. Su actividad principal esta vinculada al grabado y la instalación. En 1986 recibe una mención de reconocimiento del estado belga.