lunes, 23 de marzo de 2009

"Gritar desde la orilla..."

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. llorar la digestión. Llorar el
sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de
amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la
camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro
llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños
familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies
y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las
rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de
flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el
día!.

Oliverio Girondo