viernes, 30 de noviembre de 2007

Enrique Casaravilla Lemos

Estremecimientos del recuerdo

Me tentaba… Mi río de deseos,
rojo,
su cadera blanda de música rodeaba.
Me arrastraba a la Alegría de sus dientes
y de sus más ocultas redondeces
nevadas.
Y mis imperios en llamas, se oscurecían…
y casi ya sobre su sexo suave…
turbado y escondido,
casi ya en el nocturno mar de su sexo
mi corriente de deseos deteníase,
loca…
¡Me hubiera entregado a la muerte de su boca
a su ojos…
a la íntima y perfumada miel
de lujurias lloradas y curvos abandonos
de sus secretos carnales blancos y turbadores
como un olvido entre amantes desordenes dorados!
A sus desnudeces de sollozo
blandas de vespertinas
y misteriosas sílabas
y pálidas y ansiosas de lo nuevo…;
a sus carnes de infinito deleite
y alegrías veleras!!
Me hubiera dado a ella todo entero
y como un racimo me hubiese exprimido

Y como dos de esos otoñales racimos nos hubiéramos esparcido…

De Las formas desnudas