viernes, 23 de noviembre de 2007

Arseni Tarkovski

De nuestros encuentros
cada instante era la fiesta
con el dios distante,
solos en todo el mundo.
Eras más valiente y ligera
que el ala de un ave.
Por la escalera como un mareo acosante
- corrías y me llevabas -
suave dentro de la húmeda lila
a tus dominios insondables
por la otra parte del espejo.
Y al llegar la noche
me fue regalada la piedad;
se abrió la puerta del altar
y brilló en la oscuridad
la desnudez en su lento declinar
Y al despertar: "Bendita seas" dije
y supe que era audaz mi bendición:
dormías tú,
y se extendía la lila para tocar
tus párpados con el azul del universo.
Y los párpados que el azul tocó
quietos eran y la mano, tibia.
Y pulsaban los ríos en el cristal,
humeaban los cerros, brillaba el mar.
Una esfera de cristal tenias en tu mano.
Dormías en un trono elevado,
y ¡Dios sagrado! mía eras,
mía mi beldad.

Versos de la película "El espejo" de Andrei Tarkovski
(fragmento)