miércoles, 12 de marzo de 2008

Fin de la bandera y fin del rostro humano

¿Se convertirá este cielo levantado como mármol en una casucha de fango, esta tierra en una silleta de encina, y los segadores abatirán de las montañas Atlánticas esta gran mies de estrellas de seis mil años? [...] Hasta que descuajados sean el poder y el dominio, la espada y el cetro del sol y de la luna, y el evangelio y la ley del fuego y del aire, y la eterna razón y la ciencia del abismo y de lo sólido , y no recline el hombre su cabeza marchita sobre la roca de la eternidad, donde el león y el águila eterno moran para devorar?
W. B.

Odio a Rousseau aun en la Revolución; ella es la expresión de proyección histórico-mundial de esa dualidad de idealista y canaille. La farsa sangrienta que caracterizó a esa Revolución, su "inmoralidad", poco me importan; lo que odio es su moralidad a lo Rousseau - las llamadas "verdades" de la Revolución, con las cuales ésta todavía impresiona y atrae a todo lo superficial y mediocre. ¡La doctrina de la igualdad...! no hay veneno más venenoso.
F. N.